Uno de los stios más inaccesibles de La Tierra conocida entonces, el valle de Ihlara se convirtió en refugio y escondrijo de los cristianos primitivos.
Construyeron sus propias casas e iglesias (esta es la de El Árbol) excavadas en la roca. Encontrarlas es toda una aventura so vas sin guía. El arte proto-cristiano está increíblemente bien conservado y todo el vandalismo que se puede apreciar se remonta a los primeros tiempos del islám.
Pasillo de entrada a una de las casas.
El pueblo de Selime es una de las dos únicas entradas naturales al valle.